Viajamos para diseñar nuestro propio itinerario, y seguirlo a conciencia, sabiendo que cambiaremos de rumbo las veces que sea necesario. Viajamos para marcar el paso o para jugar a seguirlo, a dejarnos llevar. Para trazar una ruta, aprender a cambiar los planes, a soltar el control sobre el mañana —al menos por unos días—.
Llevamos 22 años de estar bajo los efectos irreversibles de la severa dromomanía. Viajamos para movernos de lugar, para nutrirnos de nuevas creencias y para coleccionar recuerdos memorables.
Detrás de la dromomanía, esta “adicción por los viajes” nos ha enseñado que la curiosidad es el ingrediente esencial para realizar el viaje soñado.
En el 8M, manifestamos nuestro derecho a explorar el mundo.
SOMOS VIAJERAS en busca de experiencias que nos enriquezcan y nos hagan crecer. Viajar es un privilegio y un derecho que todas merecemos disfrutar. Cada travesía nos permite descubrirnos a nosotras mismas y regresar a nuestro centro.
A pesar de los desafíos, el mundo nos da la bienvenida dondequiera que vayamos. Viajar nos enseña a cuidarnos a nosotras mismas y a confiar en nuestra brújula interna. ¡Somos viajeras valientes y empoderadas en busca de nuevas aventuras!